La transexualidad y su problematica

Este lugar esta creado para tener un lugar para poder exponer toda la problemática con la que nos enfrentamos a diario las personas transexuales solo por ser diferentes al resto de las personas.

28 febrero 2006

Guatemala: Mujeres transgénero se enfrentan a atentados mortales

Jessica Stern-.

El gobierno guatemalteco debe adoptar medidas inmediatas para prevenir los frecuentes atentados mortales y los posibles ataques policiales contra mujeres transgénero y hombres gay, y poner fin a la impunidad por estos crímenes, señaló hoy Human Rights Watch en una carta dirigida al Presidente de Guatemala, Óscar Berger.

El 17 de diciembre, una mujer transgénero resultó asesinada y otra gravemente herida como consecuencia de los disparos que recibieron en una calle de la Ciudad de Guatemala. Paulina Méndez Cartagena y Sulma Robles fueron detenidas por cuatro hombres en motocicletas en un cruce de la Zona 1 de Ciudad de Guatemala, en el centro de la ciudad.

Según los testigos oculares, los atacantes llevaban uniformes y motocicletas de la policía que los delataban como miembros de la Policía Nacional. Los asaltantes dispararon dos veces a la cabeza de Paulina, a quien mataron inmediatamente, y dispararon tres veces contra Sulma, que está recuperándose de las heridas.

Paulina, antigua trabajadora sexual, trabajaba en la Organización de Apoyo a una Sexualidad Integral frente al SIDA (OASIS), una organización no gubernamental que se dedica a prevenir el VIH/SIDA y proteger los derechos de personas gays, lesbianas, bisexuales y transgénero (GLBT). Sulma es voluntaria en OASIS y trabajadora sexual.

Desde el ataque, Sulma y otras trabajadoras sexuales transgénero han denunciado que están siendo objeto de una vigilancia policial injustificada, que les ha hecho temer por sus vidas. Según la denuncia de Sulma a OASIS, la policía le advirtió que su vida corría peligro por haber presenciado el atentado. OASIS dijo que su oficina y su personal están siendo indebidamente vigilados por la policía. Según OASIS, el Ministerio Público no ha seguido investigando el ataque desde las averiguaciones preliminares, a finales de diciembre.

“Estos asesinatos a sangre fría no son más que la última tragedia en Guatemala de una práctica sistemática de violencia mortal basados en la orientación sexual o identidad de género”, señaló Jessica Stern, investigadora del Programa sobre Derechos de Lesbianas, Gay, Bisexuales y Transgénero de Human Rights Watch. “La policía no ha hecho lo suficiente para proteger a personas lesbianas, gay, bisexuales y transgénero; y ahora existe la preocupación de que algunas policías pudieran ser responsables de algún asesinato”, agregó.

En Guatemala, las personas GLBT sufren habitualmente ataques y amenazas. En 2005, al menos 13 mujeres transgénero y hombres gay fueron asesinados en Guatemala. El 21 de diciembre, dos hombres en un vehículo sin licencia y con ventanas ahumadas robaron a punta de pistola a dos trabajadores sexuales gay en Ciudad de Guatemala.

En tan sólo un mes, tres hombres gay fueron asesinados en Ciudad de Guatemala el año pasado. El 6 de noviembre, Luis Sicán fue asesinado por disparos en la Zona 1; el 12 de octubre asesinaron a tiros a Flavio José Morales en la Zona 3; y el 7 de octubre, Héctor Osmín García resultó muerto por los disparos de un guardia de seguridad cuando repartía folletos de un salón de belleza. Según OASIS, no se ha enjuiciado ninguno de estos casos.

En su carta al Presidente de Guatemala, Human Rights Watch señaló varias de las medidas que debería adoptar el gobierno para poner fin a la violencia y la intimidación contra personas LGBT en Guatemala.

En primer lugar, el gobierno tiene que garantizar investigaciones inmediatas, exhaustivas e imparciales del atentado del 17 de diciembre, así como de los ataques similares registrados durante el año pasado. Las autoridades deben asegurarse también de que se lleva ante la justicia a los responsables.

Además, el gobierno guatemalteco debe poner freno a toda vigilancia policial injustificada de Sulma y otras trabajadoras sexuales transgénero, de OASIS y otras ONG defensoras de los derechos de las personas LGBT en Guatemala.

Human Rights Watch recomendó que la Policía Nacional colabore con representantes de los colectivos GLBT y de trabajadores/as sexuales para sensibilizar sobre el cese de la discriminación contra las personas GLBT y trabajadores/as sexuales, en consonancia con los principios de derechos humanos.

“Sulma tiene buenas razones para creer que las personas que la atacaron podrían actuar de nuevo”, señaló Stern. “Las autoridades guatemaltecas deben adoptar medidas inmediatas para proteger a las personas GLBT y pedir cuentas a sus asaltantes”, agregó.

Human Rights Watch envió cartas hoy explicando en detalle estos abusos contra los derechos humanos al Presidente Óscar Berger, el Ministro de Gobernación, el Ministerio Público, la Policía Nacional Civil, el Procurador de los Derechos Humanos, y el Representante de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

Para obtener más información, puede ponerse en contacto con:

Para obtener más información, puede ponerse en contacto con:
En New York, Jessica Stern: +1-212-216-1867

Jessica Stern
Researcher
Lesbian, Gay, Bisexual and Transgender Rights Program
Human Rights Watch
350 Fifth Avenue, 34th floor
New York, NY 10118-3299
T: (212) 216 - 1867
F: (212) 736 - 1300
Email: sternj@hrw.org
Website: http://www.hrw.org/lgbt

Tomado de CarlaAntonelli.com

26 febrero 2006

Los transexuales reclaman apoyo para evitar los estereotipos sobre su condición


«La transexualidad no es para mí una enfermedad». Esta es una de las ideas que el sexólogo clínico valenciano Vicent Bataller lanzó ayer durante su intervención en el Curso avanzado de identidad de género y transexualidad organizado por el colectivo Lambda de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales de Valencia.

J. V. P., Valencia

Bataller explicó por ejemplo, que cuando se habla de transexualidad, «hablamos de identidad de género», que según añadió, «se puede definir como la expresión personal de cada uno del género en masculino o femenino».
El curso continuará hoy con el estudio de casos prácticos y la participación de destacados especialistas nacionales en cirugía, endocrinología, etc.
El objetivo de este curso, que comenzó ayer, es, según afirma la coordinadora general del colectivo Lambda, Luisa Notario, «transmitir de una manera objetiva cuáles son los principales problemas que nos afectan para combatir la transfobia en todos los ámbitos». Según Notario, «es necesario que todos conozcan cuál es la situación de discriminación que sufrimos las personas transexuales, y cambiar el imaginario colectivo que existe sobre nosotros». El objetivo es, en definitiva, «conseguir el apoyo social». Para avanzar en la consecución de esos objetivos, el curso planteó casos prácticos de cómo poder hablar de transexualidad de una forma clara por ejemplo, a personas mayores o a los más pequeños. «¿Es lo mismo un transexual y un travesti?». «¿Un transexual tiene porqué ser homosexual ?». Estas y otras preguntas afloraron a lo largo de las dos horas durante las que los participantes en el curso intentaron plantear de qué forma abordarían, por un lado, y contestarían, por otro, cuestiones que podría realizar bien un grupo de adolescentes en un instituto o bien un grupo de personas de entre 50 y 75 años. La experiencia constató que no es fácil, aunque sí posible, obtener una definición clara de qué es ser una persona transexual.
Cuidar las expresiones
En este sentido, Vicent Bataller advirtió que los profesionales que intervienen en el «proceso transexualizador», deben cuidar las expresiones verbales y las palabras cuando se relacionan con una persona transexual o hablan de ella, porque, aseveró, «con demasiada frecuencia aún siendo las personas las que se autopagan las diferentes visitas e intervenciones, cuando se dirigen a ellas siguen siendo discriminatorias, hirientes, con falta de rigor científico y de respeto». Para Bataller la sociedad tiene una «asignatura pendiente» con las personas transexuales, de las que dijo, «tienen derecho a ser informadas y tratadas en función de sus necesidades y peculiaridades específicas».

La odisea de Àlec

Àlec Casanova sabe muy bien qué significa ser transexual. Nació con cuerpo de mujer, pero tal como aseguró ayer, «siempre me sentí como un hombre». A sus 35 años explica sin ningún temor su periplo hasta que logró superar la contradicción que, como él mismo reconoce, supone tener un cuerpo de mujer y, al mismo tiempo, pensar y sentir como un hombre. «Cuando tuve mi primera menstruación todas mis expectativas de manifestarme como un hombre se rompieron», recuerda. Àlec tenía unos 15 años y todavía, asegura, «no era consciente del proceso de reasignación que debería atravesar» para superar su particular «odisea» o proceso de reasignación, que supone adecuar el cuerpo de una persona a su psicología. «Al revés sería imposible», afirma Àlec. Dos décadas después, Àlec trabaja como profesor de Primaria, vive con su pareja y afirma sentirse como un ciudadano más. Para él es fundamental que los transexuales lo digan en voz alta. Es la forma, piensa, de que «ser transexual comience a ser algo normal».

19 febrero 2006

Transexualidad: esa gran desconocida

JESÚS ESTOMBA/COORDINADOR DEL SERVICIO DE INFORMACIÓN Y ASISTENCIA DE GEHITU
En primer término, quizá resulte obligado precisar el concepto de transexualidad en un intento por llegar a comprender su significado último. En este sentido, podríamos establecer dos líneas genéricas cuyos distintos planteamientos de base han generado perspectivas dispares, cuando no antagónicas, en relación al tema.

Para el primero de los enfoques, que podríamos denominar como enfoque clínico o patologizante, la transexualidad se situaría en el marco de los desórdenes, sean éstos psíquicos o físicos (desórdenes glandulares, endocrinos, cerebrales ) Sería, en cualquier caso, bien el resultado de un desorden psicológico de la identidad sexual con la consiguiente desviación del psiquismo hacia el sexo contrario, bien la consecuencia de un hecho biológico congénito, o bien la confluencia de ambos. Es, por desgracia, un enfoque habitual frente a toda aquella realidad cuya comprensión se nos escapa.

Una segunda línea de pensamiento, diametralmente opuesta a la anterior, entendería la transexualidad, no como supuesto patológico, sino como aspecto íntimo y personal referido al proyecto existencial de cada uno en su individualidad. Pues bien: ésta será, precisamente, la perspectiva que se configure como línea directriz del presente artículo.

Hablando de 'sexo'. En términos científicos el concepto sexo es la resultante de un complejo proceso de diferenciación y autodiscriminación sexual. No se trata de una realidad unívoca, sino que se estructuraría en diferentes niveles. Serían los principales:

a) El dato cromosómico, constituido por el patrimonio celular heredado en el instante de la concepción y que, como es sabido, consiste en 23 pares de cromosomas, 22 de los cuales son comunes a ambos sexos.

b) Los procesos cerebrales de sexuación (diferenciación sexual).

c) Los caracteres sexuales gonádicos, condicionados por los cromosómicos, que están representados por los ovarios y los testículos.

d) Los caracteres hormonales, condicionados por la actividad endocrina de órganos anatómicos específicos que presentan efectos prevalecientemente femeninos (estrógenos) o masculinos (testosterona).

e) Los elementos genitales, representados por los caracteres externos, que permiten una primera diferenciación sexual que posibilita determinar el sexo del recién nacido a efectos registrales.

f) Los caracteres anatómicos secundarios.

g) El elemento psicológico: este factor, aunque condicionado por factores hormonales y genitales, puede disociarse de los anteriores en tanto es el resultado de vivencias y sentimientos profundos.

Habitualmente existe una concordancia entre los distintos niveles mencionados, pero no siempre es así. El problema del transexualismo consiste, precisamente, en una definitiva disociación presente en el sujeto entre el elemento biológico y su perfil psicosocial, disociación a partir de la cual el sexo psicológico se situaría en un nivel prioritario frente a un sexo biológico vivido como erróneo e inadecuado.

Llegados a este punto debemos hacernos el siguiente cuestionamiento: ¿Es legítimo dicho planteamiento y, en su caso, debería ser argumento reivindicativo básico y requisito suficiente de intervención?

Tal vez no, si partimos de un concepto de sexo originario/biológico definido por la morfología genital y entendido como elemento constitutivo básico e inmutable.

O tal vez sí Sí, si entendemos el sexo, no como un factor concluso e inmutable de la personalidad sino, por el contrario, dotado de una característica fundamental: la de ser una realidad en permanente construcción. Dinamismo sería, por tanto, una palabra clave desde una perspectiva en la que el sexo se constituiría, no sólo, como el resultado de una determinada configuración somática, sino además, y fundamentalmente, como el resultado de una actitud psicológica, de un profundo sentimiento, de una opción personal. Sería, en definitiva, el fiel reflejo de una deseable coherencia vivencial.

Y no debemos de caer en el error de querer ver en éste un artificio argumental acorde a planteamientos subjetivos y carente, por tanto, de rigor científico . Prestigiosos profesionales del mundo de la sexualidad han confirmado la consistencia del mismo. Recogemos a continuación algunas de las reflexiones expuestas por José Ramón Landaarroitajáuregui -prestigioso psicólogo y sexólogo- en su artículo Términos, conceptos y reflexiones para una comprensión sexológica de la Transexualidad (Anuario de sexología Diciembre 2000) y que reflejan a la perfección el aspecto que nos ocupa:

« lo más característico de la sexuación (proceso de diferenciación sexual) es que es un proceso que recorre todo el curso vital: desde la concepción a la muerte. ( ) La sexuación es un proceso constituido por múltiples niveles que son diacrónicamente secuenciales y sincrónicamente interactivos. La sexuación siempre está inconclusa pudiendo producirse acciones sexuantes en cualquier momento del ciclo vital. Sólo un acontecimiento la detiene: la muerte »

Sirvan éstas como botón de muestra de las muchas referencias realizadas por distintos autores en este sentido. Y las recogemos porque encierran la esencia de un aspecto que consideramos fundamental: la libertad del sujeto para vivir de acuerdo a aquel proyecto que mejor sintonice con su propio posicionamiento vital. En este punto, y por tratarse de una tarea absolutamente personal e intransferible, no deberían aceptarse ingerencias externas que la interfieran y desvirtúen. Cualquier intervención externa, sea ésta del tipo que sea, debería basarse en el respeto de esta premisa básica contribuyendo, en su caso, a que dicho proyecto se perfile de forma nítida como el resultado de un planteamiento reflexivo, informado, maduro y libre.

Psicología y transexualidad. Hemos sido tradicionalmente los psicólogos/psiquiatras/sexólogos los depositarios del diagnóstico en materia de transexualidad. Se ha delegado en nosotros, no sólo la responsabilidad de decidir si una persona es o no transexual sino, además, de decidir si la misma habría de tener acceso a ulteriores procesos de reasignación sexual. Como si 'algo' hubiera que detectar o decidir

Nada habría que diagnosticar si entendemos que, tan sólo, de un aspecto íntimo se trata, un aspecto directamente relacionado con la libertad y la coherencia personal. Muchas discusiones y protocolos nos ahorraríamos si entendiésemos y respetásemos la capacidad de cada cual para autoconstruirse de acuerdo a un proyecto vivencial personal e intransferible. Muchos quebraderos de cabeza nos evitaríamos si entendiésemos que todo proceso de reasignación sexual es, en definitiva, un acto de liberación que deriva del derecho irrenunciable al pleno desarrollo de la personalidad o, lo que es lo mismo, de la capacidad natural de todo ser humano para realizarse libremente como tal. Y nada, absolutamente nada, tampoco la identidad sexual, ha de ser una excepción a esta premisa.

Algún día psicólogos, psiquiatras, profesionales en general, llegaremos a comprender esto, y cuando así sea, cuando entendamos que el término transexualidad no designa -o no debiera designar- otra cosa que un posicionamiento individual dentro de un continuo ilimitado, tan sólo entonces estaremos sentando las bases de una adecuada labor profesional.

¿Cuál habría de ser, en consecuencia, el papel de psicólogos o profesionales afines en relación al tema? Consideramos que el paradigma básico de la autonomía en la asistencia sanitaria debería garantizar la emergencia de un posicionamiento personal nítido que posibilite una paulatina definición y toma de decisiones. Debe ser labor del profesional poner todo su saber al servicio de la persona en cuestión para que sea ella quien vaya clarificando y definiendo dicho posicionamiento, un posicionamiento que integre un proyecto vital acorde a su propia individualidad. Y es labor del profesional de la salud el sentar las bases para que éste sea el resultado de un planteamiento congruente, reflexivo, informado, responsable y, en definitiva, maduro.

Esta, y no otra, habría de ser la aportación de la psicología en el área que nos ocupa.

05 febrero 2006

Entré en Villabona para cumplir condena y allí se me condenó a vivir como un hombre


«He ganado la batalla, pero a base de lágrimas y dolor que nadie se merece»

Oviedo, Idoya RONZÓN

María Jesús Lastra Lamar se convirtió, el pasado mes de enero, en el primer preso transexual sin operar que logró en España ser internado en un módulo penitenciario sólo para mujeres. Lastra (Gijón, 36 años) ganaba así una dura batalla contra la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, que hasta entonces basaba sus criterios para el internamiento de personas transexuales en la estricta tenencia de órganos genitales masculinos o femeninos. Y es que, según una decisión judicial histórica de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial, «resulta evidente que mantener a Lastra en un módulo de hombres supone desconocer una realidad social representada por un colectivo de personas que se identifican intensamente con el otro sexo, con toda la problemática añadida de la reclusión penitenciaria y con el agravio comparativo según se haya podido acceder o no a costosas operaciones quirúrgicas». El mismo día en el que el auto fue recibido en la prisión de Villabona, María Jesús fue trasladada al módulo 10, exclusivamente femenino, donde permanece desde entonces.

«Es un gran orgullo haber ganado la batalla», aseguró Lastra Lamar a LA NUEVA ESPAÑA. «Es un logro y un avance muy importante, que abrirá puertas a otras chicas en mis mismas circunstancias que pidan el traslado de módulo». De hecho, según la reclusa, otra interna de Villabona, C. M. M., está dispuesta a solicitarlo.

«Yo ingresé en Villabona para cumplir una condena», continuó, «pero allí se me condenó doblemente, una vez por el delito que cometí y otra más por obligarme a convivir durante un año entero con presos varones, de los que un alto porcentaje estaba pagando delitos contra la libertad sexual. ¿Es eso justo cuando tengo una apariencia completa femenina, a pesar de no estar operada? Creo que sobran las palabras».
Tratamiento psiquiátrico

«Mi ingreso en prisión me llevó a un tratamiento psiquiátrico que no necesitaba cuando me encontraba en libertad. Caí en una fuerte depresión porque se me condenó a vivir en un módulo que no me correspondía. Y nadie en la Dirección General de Instituciones Penitenciarias intentó evitar la situación tan desagradable y desesperante por la que he tenido que pasar».
El auto de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Oviedo provocó un enorme revuelo dentro de Villabona, que se vio obligada a redactar una circular destinada a las funcionarias del departamento -en el módulo femenino sólo hay trabajadoras, ningún trabajador- para indicarles cuál debía ser su comportamiento con Lamar y cómo actuar en determinadas situaciones. En concreto, la dirección adoptó la medida de instalar a Lastra Lamar en una celda individual, por temor a que lo contrario acarrease algún problema porque aún conserva sus genitales masculinos. Además, las funcionarias de la prisión únicamente pueden cachearla «con medios electrónicos», nunca de forma manual, por el mismo motivo.

Pero, a pesar de todo, la batalla de Lastra no ha finalizado. «Es cierto que estoy en el módulo de mujeres de Villabona», explica, «pero continúo registrado como Jesús. Exijo ser reconocida como María Jesús, porque yo no quiero ser la risa del departamento de mujeres. Si la Audiencia Provincial decidió que lo correcto era pasarme al módulo femenino es porque me considera una reclusa más, con todas las consecuencias. Es lo que pretendo y, si no, iniciaré otra guerra. Y no voy a parar hasta que una institución como la penitenciaria reconozca todos los derechos de los transexuales».
María Jesús Lastra, que sigue un tratamiento hormonal, con revisiones en endocrinología, recuerda cómo en 1997 llegó incluso a atentar contra su vida, lanzándose desde una ventana del centro de inserción social (CIS) de Villabona, ante la situación que vivía. «Lo pasé fatal, estuve al borde del infierno. Pero basta ya. Si alguien está esperando que vuelva a hacer algo parecido se equivoca. Voy a reclamar todos mis derechos y, como presidenta del colectivo Soy Como Soy, de Asturias, me comprometo a ayudar a todos los que me necesiten». «He ganado mi batalla a base de lágrimas de sangre», afirma. «Sólo unos genitales no hacen a un hombre o a una mujer», afirma Lastra, que a pesar de todo no tiene una «vida fácil» dentro del módulo 10, ya que no todas las internas o funcionarias aceptaron sin dobleces su cambio de departamento.
Según un informe del psicólogo de Villabona (uno de los documentos en los que se basó la Audiencia Provincial de Oviedo para dictar su resolución), María Jesús Lastra «presenta un malestar persistente con su propio sexo, un sentimiento de inadecuación con su rol». Su objetivo, apostilla, es «parecerse al otro sexo y dicha alteración le provoca un malestar clínicamente significativo y un deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo». Así, el psicólogo del centro concluye que «desde el punto de vista conductual y emocional», Lastra -que llegó a ponerse en huelga de hambre para reivindicar sus derechos- «está más cerca del género femenino que del masculino».

Ella, por su parte, asegura que «un entendimiento para una convivencia digna en prisión es lo justo y es lo que me merezco. Llegaré al Rey si es necesario, pero lucharé por mi vida, que yo decido cómo vivirla».